El Viaje de Momo ( I )
Éste es el inicio de una historia, la historia de un viaje, que antesdeayer, día 7 de junio del 2007, llegaba a su fin. Por lo menos, de momento. Un viaje que ha tenido nueve etapas que nos han llevado de Alcalá de los Gazules a Sanlúcar de Barrameda, pasando por Villamartín y teniendo como centro Jerez de la Frontera. Ciudad ésta donde se sitúa, a parte de un número abundante de bodegas, caballerías y locos por las motos, Madre Coraje, asociación solidaria para la cual hemos desarrollado este trabajo dentro de las semanas de la solidaridad que han venido organizando por distintos coles de la provincia de Cádiz.
Nuestro viaje, el de Acetabulario (asociación de animación sociocultural de la que soy miembro) y, más concretamente, el de Davì y mío, comenzó allá por noviembre del año pasado. Para la primera representación contamos con la colaboración de Trikicai Carlos, malabarista y payaso gaditano que nos ayudó mucho en este difícil principio (como casi todos...). Entre los tres preparamos el guión y la puesta en escena de esta entrega inicial. El colegio Las Granjas, cuya planta es igual a la de tantos otros construídos en los ochenta (como el Picasso de El Ejido, p.e.) nos acogió cariñosamente y nos prestó el porche del patio, escenario, éste, de nuestro desvirgamiento teatril. Apto para todos los públicos... Bueno no, no apto para aquellxs que consideran que si no hay dos metros de separación con el público y unos focos cegadores no se está haciendo teatro... Tres representaciones fueron bastantes... Por lo menos para Carlos... Así que para las posteriores representaciones tuvimos que apañarnos nosotros dos solos, lo cual se terminaría convirtiendo en la norma.
Dos únicos humanoides para representar un guión con seis escenas, cinco personajes, música, malabares... hubo que currarselo, hubo que improvisarselo y hubo que sufrirselo, aunque, SIN DUDA MERECIÓ LA PENA. No sé como explicar cómo y cuándo pasó, pero el guión, los diálogos, los guiños y bromas... todo lo que daba forma al viaje de Momo, dejaron de ser nuestros, nuestras invenciones, y pasaron a ser algo compartido, algo de todas y todos lxs que venían al espectáculo. Y no digo "que venían a ver el espectáculo" porque éste no sólo era un ver, también era un tocar, un reir, un sentir, un gritar, un participar... Y esto ha sido lo que lo ha hecho tan especial: un teatro interactivo que se ha ido construyendo a sí mismo. Me explico. Lo que ayer gritó un niño sobre el Gran Sabio, hoy es la caracterización del Gran Sabio; la forma en que lxs niñxs querían que se resolviera la acción ayer, hoy es la forma en la que se resuelve la acción... lo dicho, se ha ido construyendo fácilmente colectivamente. Y de ahí brota lo aprendido. Incomparable virtud e imprescindible condición para que la creación colectiva tenga lugar: saber escuchar.
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