Mi nueva gran nofamilia
Después de un largo paréntesis en el que me he casi olvidado de ésta, mi bitácora, vuelvo a la escritura. Un largo paréntesis justificado por la vida, que me ha llevado de una a otra actividad, más o menos productiva, sin mucho tiempo para sentarme a escribir, quizás sin muchas cosas que decir, ¿quién sabe?
Ahora es... otra cosa. Un nuevo tiempo en el que pensar y actuar, reflexionar y escribir. Ahora... llegó otro momento, que de momentos sé mucho y si no hablad con la Señora Esperanza y su hermana Varianza... Al fin, es tiempo... de otra cosa.
Ahora me las labro en un pueblecito de Granada, en el que aprendo, desde hace unos pocos días, a convivir y a hacer aprender a otros. Otros, que no otrxs, ni otras, ya que estoy trabajando en un centro de menores extranjeros no acompañados... varones. Ocho niños adolescentes de Marruecos que me están mostrando lo difícil que es transmitir algo a alguien y lo fácil que es imponer lo que no se sabe transmitir. En este corto periodo de tiempo no he sabido transmitir todo lo que he querido, es más, creo que han sido ellos los que me han hecho aprender. Y todavía no sé nada. Pobre profesional de la educación éste, que cobra sin saber qué tiene que hacer. Así es nuestra vida en este sistema, así es el sistema en esta vida nuestra.
Después de este corto periodo de tiempo la ilusión sigue intacta, como no podría ser de otra forma, aunque, sin duda, ya está siendo modelada por la rutina del día a día y la bomba de relojería... que supone meter 8 jóvenes vidas en una casa, la suya, la mía. Mi otra casa. La rutina te lleva a pensar que educar a través de una acción formativa formal es casi imposible.
¿Por qué?
Porque la bomba de relojería puede estallar en cualquier momento y, casi siempre, es una increíble amenaza creíble. 8 inquietas cabezas, con sus propios proyectos personales, no son tan fácilmente moldeables como la esperanza, el ímpetu y la ilusión me hacían pensar. Y por supuesto, muy lejos del planisferio tan categóricamente trazado por los teóricos del asunto. Sus juegos se pueden convertir tranquilamente en conflictos y sus "anuestrosojos" conflictos muchas veces no pasan de juegos, jugarretas que te hacen por el simple hecho de estar aburridos.
Nada que no se encuentre en una familia numerosa.
Nada que echar en falta en mi nueva gran nofamilia.
Bienvenidx